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Los funcionarios del gobierno se refieren a la tecnología de vigilancia en la frontera entre Estados Unidos y México como un "muro virtual", cuando, en realidad, es un basurero digital para los derechos humanos y las libertades civiles. Son cientos de millones de dólares invertidos en torres con cámaras, drones, aerostatos, vehículos de vigilancia, sensores terrestres, cámaras de juego y lectores de matrículas, todo ello en detrimento de quienes viven, trabajan o buscan refugio en las zonas fronterizas. Pero esta tecnología no es exclusiva de las agencias federales estadounidenses: también la utilizan las fuerzas del orden estatales y locales, e incluso los gobiernos del lado mexicano.

Durante más de una década, la EFF ha estado construyendo nuestro conocimiento y capacidades de defensa en temas de tecnología fronteriza mediante litigios, solicitudes de registros públicos, viajes de investigación, entrevistas, inteligencia de fuente abierta y colaboración entre organizaciones. Nuestro enfoque se puede ver a través de las siguientes lentes:

  1. Vigilancia en los puntos de entrada oficiales y pasos fronterizos. La labor de la EFF incluye la defensa de los derechos de las personas cuyos dispositivos han sido registrados o incautados al entrar en el país; la investigación de la recogida de identificadores biométricos y de redes sociales y la presión para reforzar la protección de estos datos; y la elaboración de orientaciones sobre seguridad digital para las personas que cruzan las fronteras. La EFF también ha trazado un mapa de la red de lectores automáticos de matrículas instalados en los puestos de control y puntos de entrada terrestres a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
  2. Vigilancia a lo largo de la frontera, el llamado "muro virtual". La EFF ha cartografiado más de 400 torres de vigilancia a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México y actualmente está creando una guía de bolsillo exhaustiva sobre los tipos de vigilancia que despliegan las fuerzas del orden. También realizamos regularmente presentaciones y visitas guiadas de realidad virtual a periodistas, académicos y activistas que trabajan en las zonas fronterizas.
  3. Vigilancia policial local. Las zonas fronterizas a menudo funcionan como campo de pruebas y punto de entrada para la vigilancia militar que se despliega en un contexto de aplicación de la ley nacional, antes de que se importe al interior del país. Además, la policía y los sheriffs de las comunidades fronterizas suelen aceptar financiación federal, ya sea a través de subvenciones o del decomiso de bienes civiles, para adquirir tecnologías en nombre de la seguridad fronteriza. Esta situación se complica aún más por los funcionarios estatales y locales que toman la seguridad fronteriza en sus propias manos, como la Operación Lone Star de Texas y el programa SABRE del condado de Cochise, Arizona.
  4. Vigilancia en la nube. Las autoridades de inmigración acceden a una cantidad masiva de datos a través de plataformas de terceros y de agencias locales. También se exige a los inmigrantes y solicitantes de asilo que utilicen aplicaciones como CBP One y que acepten la vigilancia electrónica mientras esperan los procedimientos legales. La EFF ha abogado por la adopción de políticas de protección de datos que restrinjan el acceso del ICE a los datos de la justicia penal y de vigilancia.

La EFF también es miembro de la coalición #MigrarSinVigilancia, que se opone a la vigilancia indiscriminada que afecta a los migrantes en toda América Latina e impulsa la protección de los derechos humanos, salvaguardando la privacidad y los datos personales de los migrantes.

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